¿Qué son los acúfenos?
Por definición el acúfeno es la percepción de sonido en ausencia de estímulos acústicos externos. Para el paciente, esta situación puede ser intrascendente o puede convertirse en un trastorno invalidante (Luxon, 1993). El origen o etiología del acúfeno no puede conocerse en todos los pacientes, en ocasiones se trata de un síntoma (por ejemplo de tumores benignos en el nervio vestibulococlear) y en otras ocasiones se podrán definir factores causales como traumatismos, presbiacusias, efectos ototóxicos y neurotóxicos de sustancias o factores ambientales. Sin embargo, no es habitual lograr establecer la causa exacta del acúfeno, y por tanto el tratamiento puede ser difícil y largo.
¿Qué implica emocionalmente?
En primer lugar implica un cambio, una situación a la que adaptarse:
Cuando se advierte este nuevo estímulo, en un principio pueden surgir diferentes emociones, por ejemplo, sorpresa ante un nuevo síntoma que no estaba, preocupación o miedo. Estas primeras emociones son habituales y necesarias, ya que cumplen la misión de movilizar a la persona para buscar ayuda, son un motor de búsqueda de solución.
Cuando pasa el tiempo, y dependiendo de la situación de cada persona, las emociones con respecto a ese nuevo sonido irán variando. Quizás en un momento aparezca miedo («¿No se irá nunca?», «¿Irá a más?», «¿Será por algo que no encuentran?»). Podrá surgir ira o enfado ante la situación («¿Por qué me pasa a mí?, ¿Por qué no me lo saben quitar?, ¡no lo soporto!») Estas preguntas, las formula nuestra mente para lograr adaptarse a la nueva situación y buscar todos los puntos de vista, razonar la situación e intentar adaptarse.
Como veis, aparecerán emociones negativas, y sin embargo son muy necesarias para adaptarse al cambio y pensar sobre él. En este momento en que las emociones no son problemáticas, o no existe una sintomatología interfiriente, no será necesaria la intervención psicológica.
¿Cuándo se complica el proceso?
Existe un momento en el que las emociones pueden ser muy difíciles de contener, algunos ejemplos:
- Cuando el miedo es incapacitante y lo llamamos ansiedad: la persona evita muchas de las situaciones de la vida cotidiana por miedo a que el acúfeno se intensifique. Surgen síntomas de ansiedad ante los tratamientos médicos, y no se acude a los mismos, o incluso la persona deja de comunicarse y relacionarse con otras personas por miedo a que le recuerden el acúfeno. En ocasiones, pueden aparecer síntomas de ataques de ansiedad, que suelen avisar de que la emoción está al límite.
- Cuando la ira se convierte en difícil de manejar: se tiene la sensación de estar siempre a la defensiva, de generar un rechazo y de estar excesivamente irritable.
- En casos en los que la tristeza toma el control de la vida de la persona, y la llamamos depresión: la persona no logra retomar las actividades con las que antes disfrutaba, o siente que su ánimo está siempre bajo, que no se cuida como antes o que pierde el interés por su vida.
- Cuando aparece el insomnio, algo muy habitual en estos casos. Surgen dificultades para conciliar el sueño y lograr relajarse.
- Cuando las ideas muerte o suicidio surgen, y parecen ser muy habituales y elaboradas.
¿Y qué puede hacer un psicólogo?
En muchos casos, la persona con acúfenos podría tener problemas para manejar las emociones, ya previamente al acúfeno, de ahí que pueda complicarse el proceso de adaptación al cambio. En estos casos, la terapia irá dirigida al tratamiento de las dificultades previas (estilos de afrontamiento evitativos, negadores, focalizados en la emoción, personas con estilo rumiativo, personas con rasgos de ansiedad previos o trastornos psicológicos previos…)
En otras ocasiones nos encontraremos con que tan sólo hay que ayudar a la persona a «colocar» las emociones y los hechos, es decir, tendremos que ayudar a la persona en la expresión emocional y darle estrategias de autorregulación (técnicas de relajación, capacidad de cambio de pensamiento, habilidades de expresión, ventilación emocional…), ya que quizás el acúfeno sea el origen de la sintomatología pero no del empeoramiento de la misma.
Cuando la persona acude a consulta, lo habitual será que sea necesario un tratamiento dirigido a explicar como los pensamientos, las emociones y las conductas son responsables de gran parte del malestar y de la sintomatología; tarea difícil ya que se ha de comprender que a pesar de que el problema existe, se puede tener una vida adaptada y con calidad.
En los casos que lleven más tiempo con sintomatología, el tratamiento irá dirigido al trastorno psicológico que presente la persona, y a las dificultades concretas que se estén teniendo. Será el caso de los trastornos del estado de ánimo, de ansiedad o de insomnio.
Es importante recalcar que en ningún caso el tratamiento psicológico va dirigido a «curar» el acúfeno, sino a enseñar a la persona los mecanismos por los que puede estar generándose mayores dificultades. La psicología tiene un gran papel en el tratamiento de éste problema, siempre que se trabaje junto a otros profesionales como otorrinos, audiólogos y otros profesionales sanitarios implicados.
@To_emotion
Cinthya González: psicóloga sanitaria (Madrid)
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