La «fortaleza mental» es según Jim Loehr, la habilidad para desempeñarse de manera consistente en el rango superior de sus talentos y habilidades sin importar cuales sean las circunstancias competitivas. Es uno de los grandes pilares de trabajo en el colectivo de los deportistas, ya que puede entrar en juego cuando el marcador está en contra o se está viendo superado por sus rivales. Es importante también en la lucha para conseguir el objetivo a largo plazo pues está arraigada a la motivación en una relación directa, en la cual cuando la motivación crece, la fortaleza mental hace lo propio.
Para trabajar nuestra «fortaleza mental», habremos de trabajar con cuatro aspectos clave:
-AUTODETERMINACIÓN: Para fijarnos un objetivo específico (éste debe ser realista, adecuado al momento y a la situación…). Ej. “Tomarme descansos entre puntos, no arriesgar la bola…”.
-CONCENTRACIÓN: Para que nuestra atención se mantenga hacia ese objetivo que nos hemos planteado. Ej. “Si tu atención se desvía por culpa del ruido que hace el público, recuerda cual es tu objetivo más cercano, y sigue trabajando por él”.
-AUTOCONFIANZA: Para conocer y convencerse de sus capacidades para conseguirlo. Ej.”¡Atrévete a jugarte el último tiro a canasta!”.
-RESILIENCIA: Para sobreponerse y dejar atrás las malas actuaciones o resultados. Ej. “Si pierdes el primer set, acepta tus errores y déjalos atrás”.
El mejor escenario posible en donde poder poner en práctica el trabajo con estos cuatro componentes claves de la «fortaleza mental» es el entrenamiento, ya que es el lugar en donde se reproduce el escenario más parecido posible a una competición. En los entrenamientos, podremos observar si hemos desarrollado nuestra “fortaleza mental” si:
– Se practica la actitud mental positiva todo lo posible, cuando surjan los errores.
-Cuando la motivación por entrenar y competir no se vea afectada en la medida de lo posible.
– Cuando se tenga paciencia en los pasos que preceden a conseguir el objetivo.
– Se demuestre concentración en los objetivos generales propuestos, durante el proceso para conseguirlo.
– Cuando no se compare con los otros competidores, si no que se base en su propia actuación anterior para obtener conclusiones.
– Asume los errores y los deja marchar.
La consecuencia directa ideal tras haber desarrollado nuestra «fortaleza mental» sería la consecución del triunfo, pero lo cierto es que no siempre se gana. En los momentos de derrota, ésta impide que caigamos y a la vez, ayuda a que consigamos el objetivo máximo que nos habíamos propuesto.
Escrito por Carlos Peral
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Fuente de la foto: Freepiks
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