Efecto Pigmalión: la expectativa del entrenador.

Pigmalión se presenta en la obra de «Las Metamorfosis» de Ovidio, en donde se describe a un escultor enamorado de su propia obra, la estatua de una mujer llamada Galatea. Tantos deseos y expectativas puso el escultor en la obra, que terminó por hacerse realidad.

Los primeros psicólogos que describieron el efecto Pigmalion fueron R. Rosenthal y L. Jacobson, que desarrollaron el concepto en su obra «Pygmalion in the Classroom» (1980), donde la conclusión a la que llegaron fue que las expectativas positivas que los maestros proyectan sobre los alumnos condicionan su posterior forma de actuar con ellos. A los alumnos más capacitados, es posible que se les termine por ofrecer más y mayores oportunidades para lograr el éxito. Estos alumnos al ser tratados de este modo responden de acuerdo a ello, lo que confirma las expectativas previas de los profesores.

En términos de liderazgo, el efecto Pigmalión se refiere al poder de las expectativas. Lo que esperamos de los demás (positiva o negativamente) puede condicionar nuestro trato. Un líder no solo debe transmitir conocimientos técnicos, deportivos o académicos, también debe involucrarse de forma activa y protagonista para potenciar a sus deportistas.

Multiple Players Holding Soccer Ball ca. 2001
Multiple Players Holding Soccer Ball ca. 2001

Cuando comienzas a trabajar en un grupo, siempre te relacionas con personas que condicionan, sin maldad, tu visión sobre el equipo. Aunque traten de ayudarte o de ponerte al día, lo cierto es que estás recibiendo una información sesgada, y si terminas por creértela, puedes caer en la profecía autocumplida. Habrás encontrado respuestas acordes a lo que esperabas, pero estarán influenciadas por las expectativas que pusiste en ellas desde el principio, o dicho de otro modo, encontrarás lo que esperas encontrar.

Aquellas personas con juicios de valor y expectativas positivas se orientan hacia las oportunidades y crean en gran medida su suerte. El hecho de imaginar un futuro en el que puedan realizar sus sueños les lleva a invertir tiempo, dinero, esfuerzo, dedicación, constancia, motivación etc. Es esta serie de procesos que cada uno pone en marcha, los que de algún modo, te ponen cara a cara con el éxito.

No es lo que tu equipo tenga, sino lo que puede llegar a tener gracias al apoyo y seguridad que les puedas transmitir. Si te notan «enchufado» en la cancha, habrá más probabilidades de que ese último tiro entre. Si cada jugador se siente parte importante del equipo, todos darán su mejor nivel. Son ejemplos muy claros que tú como entrenador, puedes utilizar para conseguir triunfar, pero debes tener cuidado con el exceso de expectativas, pues hay jugadores que pueden llegar a bloquearse si les exiges algo de lo que se sienten incapaces.

Los estudios demuestran que las expectativas demasiado altas pueden tener efectos negativos sobre los deportistas: provocar la idea de poder decepcionar a otros, de no estar a la altura, puede provocar ansiedad y angustia… Si observas esto en algunos de tus jugadores no insistas. Dialoga con él, dale tu punto de vista, apórtale datos sobre por qué confías en él, ya que un buen razonamiento puede llevarle a modificar su punto de vista.

Para  ponerlo en práctica:

  • Busca en cada uno de los tuyos su potencial.
  • Dile a los tuyos lo que esperas de ellos.
  • Acompaña al contenido de lo que dices de un tono de voz y volumen acordes a  la situación.
  • No insistas en sus errores, aporta alternativas de actuación.
  • Potencia las fortalezas individualmente y en grupo para darles seguridad.
  • Refuerza cada logro con sinceridad.

Carlos Peral: Psicólogo deportivo

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